viernes, 8 de enero de 2010

Giotto, el gran maestro de la pintura

Las figuras que se podían ver en los cuadros antes de que apareciera el gran pintor florentino parecían no tener vida, eran estilizadas, de gesto adusto, no reflejaban sentimiento alguno. Ya antes que él, su maestro Cimabue intentó apartarse del estilo que preponderaba en la época, pero fue Giotto quien definitivamente rompió con los esquemas preestablecidos cuando le encomendaron su primer trabajo importante: Pintar al fresco toda la nave de la Iglesia Mayor de San Francisco con episodios de la vida del Santo de Asís.
Ya casi culminaba el siglo XIII, aún estaba muy reciente en el recuerdo de todos la vida de Francisco; Giotto, que tenía en ese momento treinta años, volcó sobre las paredes de la luminosa iglesia conmovedoras imágenes, tan naturales que llamaban inmediatamente la atención de quien las contemplaba. Todas parecían estar respirando y en cada uno de esos rostros pintados destacaba una emoción diferente.
Y esa fue sólo la primera etapa en el arte del gran maestro, luego llegó la maduración con los frescos de Padua. En la capilla, que Enrique Scrovegni le encargó pintar, representó diversos episodios de la vida de la Virgen María junto a su Hijo Jesús, con una sencillez y una emotividad que no pueden dejar de percibirse. Además, con el juego de los claroscuros, les dio a las figuras, por primera vez, idea de relieve, como en "El sueño de Joaquín" donde los tonos van desde el más oscuro en el contorno de la figura hasta el blanco total en la capa para obtener la sensación de profundidad. En el fresco "El beso de Judas" se destaca el encuentro de miradas entre Jesús y el discípulo que lo estaba traicionando. Y en "El Descendimiento" dispuso la escena en diagonal para que todas los ojos se dirijan hacia la figura de Cristo inerte, el dolor no está sólo reflejado en cada rostro sino que hasta los cuerpos logran transmitir el sufrimiento por el que atraviesan.
Su tercer ciclo importante de pinturas fue el de las capillas Bardi y Peruzzi, en la Iglesia de Santa Croce en Florencia. Estas estuvieron perdidas durante dos siglos pues fueron cubiertas por cal, al ser rescatados los frescos habían perdido mucho del color original. Se les hicieron dos restauraciones y aún así es evidente que no se ha logrado volverlas a su estado original. En la capilla Bardi sobresale "La aparición de San Francisco en el Capítulo de Arlés".

No hay comentarios:

Publicar un comentario